El Leicester City consiguió lo que parecía imposible: se coronó campeón de la Liga premier inglesa después de empezar la temporada con todas las apuestas en contra y tras una campaña increíble en que demostraron que en el fútbol nada está escrito y que los chicos, los que no son poderosos, también pueden triunfar.
El pitazo final en el estadio del Chelsea fue la señal de inicio para festejos desaforados en la ciudad de 330.000 habitantes en las Midlands del Este. Los hinchas salieron en masa de los pubs y las casas a las calles.
“Nunca esperé esto cuando llegué”, dijo el técnico del Leicester, Claudio Ranieri, que llegó antes del comienzo de la temporada. “Soy un hombre pragmático, sólo quería ganar partido tras partido y ayudar a mis jugadores a mejorar con cada semana. Nunca pensé demasiado adónde nos llevaría eso”.
Como ha sido la tradición toda la temporada, Ranieri llevó al plantel a comer pizza.
El equipo recibirá el trofeo de campeón el sábado cuando reciba a Everton en el penúltimo partido de la temporada.
"Convertimos en realidad muchos sueños", comentó el mediocampista Danny Drinkwater. "Suena raro, pero lo logramos. Y vamos a seguir aquí, no vamos a desaparecer. Vamos a seguir".
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